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sonrisita infantil.
Las rosas azules y las orquídeas negras eran tan rutinarias que sólo servían de marco
para las verdaderas obras. Pasó una joven, siguiendo a sus ghempadres con un unicornio
de medio metro atado a una rienda dorada. Ni siquiera era una exhibición... A diferencia
de lo que pasaba en la Feria Agrícola de Hassadar, era evidente que aquí nadie se
preocupaba de la utilidad. La competencia era solamente artística; la vida, el medio, la
biopaleta que suministraba efectos para las obras.
Se detuvieron junto a una especie de balcón que permitía una vista general de la ladera
del jardín. Un brillo verde llamó la atención de Miles, que bajó los ojos para mirar el suelo.
Un grupo de hojas y zarcillos brillantes subía en espiral por la pierna de Ivan. Unos
pimpollos rojos se abrían y se cerraban lentamente, exhalando un perfume delicado y
profundo; el efecto era el de una boca y, en general, no parecía una creación afortunada.
Miles lo miró fascinado un buen rato antes de murmurar:
Ivan... no te muevas pero mira tu bota izquierda.
Otro zarcillo se enredó lentamente alrededor de la rodilla de Ivan y empezó a subir.
Ivan bajó la mirada y lanzó un juramento.
¿Qué diablos es eso? ¡Sácamelo de encima!
Dudo que sea venenoso dijo el oficial de protocolo, sin mucha seguridad . Pero
tal vez sea mejor que se quede usted quieto, milord.
Creo... creo que es una rosa trepadora. Muy llena de vida, ¿no les parece? Miles
sonrió y se inclinó, buscando las espinas antes de extender la mano. Tal vez eran
retráctiles o algo así... El coronel Vorreedi hizo un gesto como para indicarle que no se
acercara.
Pero antes de que Miles reuniera el valor de arriesgar la piel y la sangre en el rescate,
se acercó por el sendero una ghemlady regordeta con un gran cesto en el brazo.
¡Ah, ahí estás, cosita mala! exclamó . Discúlpeme, señor. Se dirigió a Ivan sin
mirarlo mientras se arrodillaba junto a la bota y empezaba a desenredar su creación . Lo
siento... esta mañana hay demasiado nitrógeno.
La rosa soltó el último zarcillo de la bota de Ivan con un movimiento decepcionado y la
mujer la metió sin ceremonias en la canasta donde se retorcían otras fugitivas rosadas,
amarillas y blancas. Después, con la mirada perdida en los rincones y bajo los bancos, la
concursante se alejó a toda prisa.
Creo que le has gustado a esa cosa dijo Miles a Ivan . ¿Feromonas?
¿Por qué no te vas a la mierda? le susurró Ivan . Me dan ganas de meterte a ti
en nitrógeno y guardarte debajo de... Dios... ¿qué es eso?
Habían terminado de doblar una curva hacia un área abierta en cuyo centro se alzaba
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un árbol lleno de gracia, con grandes hojas peludas en forma de corazón. Tenía dos o tres
docenas de ramas que se arqueaban y volvían a caer, sacudiéndose levemente con el
peso de una fruta en forma de vaina que colgaba en manojos. La fruta estaba maullando.
Miles e Ivan se acercaron.
Eso... es... horrible, claramente horrible dijo Ivan, indignado.
En cada vaina había un gatito encogido como un bulto, cabeza abajo, el pelaje largo,
sedoso y blanco se esponjaba como un sol alrededor de la cara felina: un hermoso marco
para las orejas y los bigotes y los brillantes ojos azules. Ivan levantó la mano hacia uno y
tiró de la rama para examinarlo de cerca. Trató de acariciar a la criatura con cuidado; el
gato lo tocó con dos suaves garras juguetonas y blancas.
Un gatito como éste tendría que estar jugando con un ovillo, en el césped, y no
pegado a un árbol para darle unos puntos a una ghemputa... opinó Ivan con furia. Miró
a su alrededor. Por el momento estaban solos; nadie los observaba.
Mmmm... no estoy seguro de que estén pegados dijo Miles . Espera, no creo
que...
Tratar de impedir que Ivan rescatara un gatito de un árbol era tan imposible como tratar
de evitar que soltara un piropo ante una mujer bonita. Para él era como un acto reflejo.
Por el brillo que veía en sus ojos, era evidente que estaba decidido a liberar a todas las
pequeñas víctimas para que después jugaran con las rosas trepadoras.
Ivan arrancó la fruta de la rama. El gatito emitió un gemido, tuvo una convulsión y
quedó inmóvil.
Gatito, gatito... susurró Ivan, asustado, con los labios junto a la mano donde
sostenía la fruta como en una copa. Un alarmante hilillo de líquido rojo corría por la
muñeca del salvador desde el tallo roto.
Miles colocó las hojas en forma de corazón alrededor del... "cadáver" le parecía la
mejor palabra. La bestia no tenía cuartos traseros. Dos patas rosadas y desnudas se
fundían con la vaina misma.
... No creo que estén maduros, Ivan...
¡Eso es horrible, horrible! jadeó Ivan furioso, pero no lo dijo en voz muy alta. Por
consentimiento mutuo y sin mediar palabra, se alejaron silenciosamente del árbol gato y
doblaron otra curva. Ivan miró frenético a su alrededor, buscando un lugar para dejar el
pequeño cadáver y poner distancia entre él y su pecado . ¡Grotesco!
Miles contestó, pensativo:
Ah, no estoy seguro. Si te paras a pensarlo, no es más grotesco que el método
primitivo. Quiero decir, ¿alguna vez has visto una gata dando a luz?
Ivan se cubrió una mano con la otra y lo miró, furioso. El oficial de protocolo estudió el
horror de lord Vorpatril con una mezcla de exasperación y simpatía. Miles pensó que si
Vorreedi hubiera conocido a Ivan a fondo, la proporción entre la primera emoción y la
segunda habría sido distinta, pero Vorreedi se limitó a decir:
Milord... ¿desea usted que yo me encargue de eso... discretamente?
Ah, sí, sí, por favor dijo Ivan, muy aliviado . Si no es molestia... Puso la vaina
inerte sobre la mano del oficial de protocolo, que la escondió dentro de un pañuelo y se la
guardó en el bolsillo.
Quédense aquí. Enseguida vuelvo dijo y se alejó a destruir la evidencia del crimen.
Excelente, Ivan gruñó Miles . Espero que a partir de ahora mantengas las manos
en los bolsillos.
Ivan se limpió la sustancia pegajosa que le cubría la palma con el pañuelo, escupió
sobre la mano y volvió a sacudirla. Fuera, fuera, mancha maldita...
No empieces a hacer ruiditos como mi madre. No ha sido culpa mía... Las cosas eran
un poco más complicadas de lo que yo suponía. Ivan se metió el pañuelo en el bolsillo y
miró a su alrededor, con el ceño fruncido . Todo esto no me gusta nada. Quiero volver a
la embajada.
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Tienes que quedarte hasta que yo me encuentre con mi contacto.
¿Y cuándo piensas que...?
Pronto, creo yo.
Caminaron juntos, despacio, hasta el final del pasillo donde otro pequeño balcón
ofrecía una vista de la siguiente sección.
Mierda dijo Ivan.
¿Qué? preguntó Miles, rastreando con la mirada. Se estiró de puntillas pero no
consiguió ver el lugar que había suscitado la protesta de su primo.
Nuestro amiguito Yenaro está aquí. Dos niveles más abajo, hablando con unas
mujeres...
Podría... podría ser una simple coincidencia. Este lugar está lleno de ghemlores: esta
tarde entregan los premios. Un galardón en esta, competición implica un honor para el
clan y naturalmente los hombres quieren estar presentes. Este tipo de... cosa artística
seguramente les gusta mucho, está dentro de sus fantasías, supongo.
Ivan levantó la ceja.
¿Quieres apostar?
No.
Ivan suspiró.
No creo que haya forma de tomar la iniciativa.
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