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va si encuentra el smbolo que le d nuevas esperanzas.
No hemos hecho ms que renovar esperanzas cada seis
aos para perderlas en seguida. Usted tiene la clave de la es-
peranza perpetua?
Ahora s que calló y pensó largo rato. Evit mirarlo, por sim-
ple buena educación. Me di cuenta de que los zopilotes ya no
volaban sobre Ula. Me pregunt si eso ya lo haba notado en
enero, cuando vine a ver al Anciano por vez primera. La sensa-
ción de que los zopites no circulaban en los cielos era quiz sólo
una repetición, una reprise, de algo que ya haba visto y que
ahora, como si la vida fuese un sueo, vea por primera vez,
habindolo sólo soado antes. O era al revs? Lo vi ayer para
soarlo hoy?
Este era un gato con los pies de trapo interrumpió el peri-
co...
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CARLOS FUENTES La silla del guila
El smbolo que le d nuevas esperanzas.
Otra vez?
Ahora s que calló. Me atrev a hablar en nombre de l.
Lo acaba usted de decir. Todo en Mxico requiere un sim-
bolismo. Lo tiene usted?
Afirmó con la cabeza entrecana. Las vastas entradas en la
frente le daban gran nobleza a sus facciones. Alzó la mirada.
No se ha preguntado por que no vuelan los zopilotes sobre
Ula?
Ahora me tocó a m negar sin palabras, con otro movimiento
de cabeza.
Tuve un ministro muy bruto e indiscreto. Lo met al orden
dicindole: Ten cuidado. Te andan acusando.
De qu, seor Presidente?
De andar diciendo la verdad. Guardó silencio, Mara del Ro-
sario. Creo que entend, Mara del Rosario. An no es el mo-
mento? No. An no.
Qu mensaje me llevo a la capital? Cuando los coyotes
allan, alla con ellos. No vayan a creer que eres gato.
Quieres que te lo cuente otra vez? canturreó el loro.
Gracias, seor Presidente. Eso es todo? No. Hay algo
ms. Pero es sólo para ti, Valdivia. Lo escucho, seor.
Mi nico pesar es que conozco todas las historias, pero ja-
ms conocer toda la historia.
Miró de vuelta hacia San Juan de Ula.
Yo te mandar llamar, muchacho, llegado el momento.
En sus ojeras no estaban las palmeras borrachas de sol.
Mientras tanto, te ofrezco el ttulo de una novela por escri-
bir.
Esper a que me lo dijera.
El Hombre de la Mscara de Nopal
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General Ccero Arruza a general Mondragón von Bertrab
Seor general, si alguien respeta el orden jerrquico, ese
soy yo, su fiel servidor Ccero Arruza. Perdone que le insista.
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CARLOS FUENTES La silla del guila
Esta vez le mando una cinta con mi fiel asistente "El Muser" y
mi voz grabada para que oiga vivamente mi franqueza y mi an-
gustia. Ora es cuando, mi general. Algo est pasando y es la
oportunidad de acción para que pase lo que queremos usted y
yo. Lo nico que no se puede permitir es un vaco de poder, pe-
ro a esa barranca vamos derechito. Pregntese, desde cundo
no se ve en pblico al Presidente? Yo se lo digo, yo llevo la
cuenta. Desde principios de enero, cuando leyó su informe y
nos provocó el mandarriazo de los gringos. Tres meses sin ver-
le la careta al llamado jefe de la Nación! Si eso no es el vaco
de poder tan mentado, qu clase de hoyo ser? Hoyos, hoyos,
todo en la vida es puro hoyo, salir del hoyo, caer en el hoyo,
cagar por el hoyo, meterla o dejar que nos la metan por el
hoyo... Voy a serle sincero, mi general. O actuamos ya o nos la
meten a usted y a m. Lo noto indeciso. Lo noto hasta distan-
ciado de su fiel subordinado Ccero Arruza. Qu pasa, tan tar-
de me descubre usted tal como soy, mi general? Perdone la
franqueza. Estoy diciendo este mensaje y estoy de vuelta de
donde sal, que es una cantina, seor general, ya que a los mi-
litares nos choten diciendo que sólo ganamos nuestras bata-
llas en las camas y en las cantinas. Recuerda a ese tabasque-
o Gonzlez Pedrero que nos hizo la vida de cuadritos a todos
con eso que llamaban el dardo de la verdad? No dijo Gonzlez
Pedrero que hubo un millón de muertos en la Revolución Mexi-
cana, pero no murieron en las batallas sino en las cantinas, ti-
rotendose entre s? Es para decirle que usted sabe quin soy
yo, de dónde vengo y de qu soy capaz. Se lo recuerdo porque
quiero que est seguro de una cosa: las violencias me las pue-
de cargar a mi cuenta. Los muertitos son de mi peculio... Yo no
me guardo nada, seor general, sepa con quin trata y nunca
se engaar como el marido de la canción... "De quin es esa
pistola, de quin es ese reloj, de quin es ese caballo que en el
corral relinchó?"... Perdone mi voz. Cuando bebo, me entran
unas ganas locas de cantar... Sepa quin es su aliado... Ya le
dije una vez que aoro la violencia de a de veras, no esos en-
carguitos de disolver asambleas soltando ratones y vaciando
chis desde los balcones. Djeme presentarle mis credenciales,
para su seguridad. Como comandante de zona en diversos es-
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