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Hay una buena cantidad de recursos para apropiarse, y cantidad de mano de obra barata para emplear en
las empresas de ensamblaje. Pero primero tenemos que imponerles el sistema capitalista. No lo aceptamos
para nosotros mismos, pero insistimos cuando se trata del Tercer Mundo. Es el sistema del Fondo
Monetario Internacional. Si podemos conseguir que lo acepten, serán fácilmente explotados, y los
llevaremos con facilidad a ejercer su nuevo papel de México o Brasil.
En muchos aspectos Europa del Este es más atractiva para los inversores que América latina. Una razón
es que su población es blanca y de ojos azules, y por lo tanto mucho más presentable para inversores que
proceden de sociedades profundamente racistas como las de Europa Occidental y Estados Unidos.
Y aún más significativo, Europa del Este tiene un nivel de salud general y de educación mucho más
elevado que la media latinoamericana que, excepto sectores aislados y de gente acomodada, es un
desastre total. Una de las pocas excepciones es Cuba, que supera el estándar occidental en salud y tasas de
alfabetismo, pero sus perspectivas son más bien pesimistas.
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Una razón para esta disparidad entre Europa del Este y latinoamérica radica en los diferentes niveles de
terror ejercidos en ambos casos después de los años de Stalin. Una segunda razón se establece en
términos de economía política.
De acuerdo con los servicios de espionaje norteamericanos, la Unión Soviética gastó alrededor de 80.000
millones de dóiares en Europa del Este durante la década de los setenta. La situación fue bien diferente en
América Latina. Entre 1982 y 1987 alrededor de 150.000 millones de dólares fueron transferidos de
América Latina a Estados Unidos. The New York Times estima que las «transacciones ocultas
(incluyendo dinero del narco, beneficios llegales etc.) podrían haber alcanzado la cifra de 700.000
millones de dólares. los efectos en Centroamérica han sido particularmente odiosos, pero casi lo mismo
sucede en todo el subcontinente, donde hay una rampante pobreza, mainutrición, mortalidad infantil,
destrucción ecoiógica, estados terroristas, y colapso generalizado de las condiciones de vida hasta llegar a
niveles de décadas precedentes.
La situación en África es todavía peor. La catástrofe del capitalismo fue particularmente grave en los años
ochenta, «una pesadilla inconmensurable» en los dominios de las potencias occidentales, según los
términos de la Organización para la Unidad Africana. Cifras facilitadas por la Organización Mundial de la
Salud estiman que 11 millones de niños mueren cada año en el «mundo subdesarrollado», un
«silencioso genocidio» que hubiera podido ser conducido a un rápido final si los recursos estuvieran
dedicados directamente a satisfacer las necesidades humanas en vez de al enriquecimiento de unos pocos.
En una economía global diseñada para satisfacer los intereses y necesidades de las corporaciones
internacionales y financieras, y los sectores que las sirven, la mayoría de las especies se convierten en
superfluas. Hubieran sido suprimidas si las estructuras institucionales de control y privilegio hubieran
funcionado sin un desafío o cierto grado de control popular.
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El mundo alquila un gorila
Durante la mayor parte de este siglo, Estados Unidos era, de lejos, la primera potencia económica
mundial, y eso hizo que se utilizara el control económico como una poderosa arma, que incluía medidas
que iban desde los embargos ilegales a la imposición de las reglas del Fondo Monetario Internacional a
los países débiles. Pero en los últimos 20 años, Estados Unidos ha cedido parte del control a Japón y a la
Europa liderada por Alemania, gracias en parte a la pésima gestión de la administración Reagan, que
montó una verdadera fiesta para los ricos a costa del dinero pagado por la mayoría de la población y de
las generaciones futuras. No obstante, al mismo tiempo el poder militar estadounidense se ha convertido
en absoluto.
Mientras la URSS contaba en el panorama internacional, había un límite establecido sobre la fuerza que
EEUU podía aplicar, particularmente en aquellas zonas remotas donde no disponíamos de una ventaja en
fuerzas convencionales. Ya que la URSS apoyaba gobiernos y movimientos políticos que EEUU trataba
de destruir, había un peligro cierto de que la intervención de Estados Unidos en el Tercer Mundo
generase un conflicto nuclear. Una vez terminada la época de disuasión soviética, EEUU se ve más libre
para utilizar la violencia en el resto del mundo, un hecho que ha sido reconocido con gran satisfacción por
los analistas políticos de estos últimos años.
En cualquier confrontación cada contrincante trata de llevar la batalla al terreno donde tiene más
posibilidades de victoria. Se pretende utilizar la fuerza, usar la carta más alta. la mejor carta de EEUU es
la fuerza, de manera que si se puede establecer que el mundo debe ser regido por la fuerza, eso constituye
una victoria para Estados Unidos. Por otra parte, si un conflicto puede ser resuelto por medios pacíficos,
nos beneficia menos , ya que nuestros rivales son tan buenos o mejores que nosotros en ese aspecto.
la diplomacia es particularmente adversa a nuestros intereses, a no ser que pueda imponerse por la fuerza.
EEUU tiene muy poco apoyo popular en la consecución de sus objetivos en el Tercer Mundo, y no es una
sorpresa ya que intenta imponer estructuras de dominación y explotación. Un acuerdo diplomático puede
tener respuesta, por lo menos en cierto grado, en interés de los otros participantes en la
negociación, y eso es un problema cuando tus posiciones no son muy populares.
Por lo tanto las negociaciones son algo que Estados Unidos trata normalmente de evitar. Contrariamente a
la enorme propaganda, esto ha sido así en el sudeste asiático, en Oriente Medio y en América Central
durante muchos años.
Con estas premisas, es natural que la administración Bush haya contemplado la respuesta militar como el
principal instrumento político, prefiriéndola a las sanciones y a la diplomacia, como en la crisis del Golfo.
Pero desde que Estados Unidos ha perdido la base económica para imponer «estabilidad y orden» en el
Tercer Mundo, debe confiar en otros para asegurarlos, ya que es ampliamente asumido que debe
haber alguien que garantice el respeto a los amos. El flujo de beneficios provenientes de la producción
petrolífera del Golfo no es desdeñable, pero Japón y la Europa liderada por Alemania debe pagar su cuota
por el papel desempeñado por Estados Unidos, el de mercenario, asumido siguiendo los consejos de la
prensa económica internacional.
El editor financiero del derechista Chicago Tribune ha estado haciendo hincapié sobre estos temas con
especial claridad. Debemos ser «mercenarios voluntarios» pagados en concepto de nuestros amplios
servicios por nuestros rivales, usando nuestro «poder monopolístico» en el «mercado de la seguridad»
para «mantener nuestro control sobre el sistema económico mundial». «Debemos extender una red de
protección» aconseja, vendiendo «protección» a las otras potencias mundiales que deberán por tanto
pagarnos «un canon de guerra».
Y eso es en Chicago donde los palabras son perfectamente entendidas: si alguien te molesta, se llama a la
mafia para que le rompa los huesos. Y si no se obtiene la recompensa suficiente, también tu salud puede
resentirse. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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